Estos últimos meses he descubierto una parte de mí que siempre bloqueaba. Se trata de una parte escondida profundamente dentro de mí. No me convenía sacarla nunca porque cuando asomaba me producía una sensación de arrepentimiento.
Quizás se trata de que no me aceptaba completamente. No aceptaba esa parte tan oscura dentro de mí la cual los demás podrían criticar. Pero resulta que después de tanta decepciones, fracasos y frustraciones, he descubierto que me da igual lo que digan los demás. Que esa parte es tan importante como todas las demás. No debo fingir ser solo el buen chico.
Es la parte de deseos reprimidos, deseos y fantasias sexuales, la parte de libertad y felicidad egoísta. Me ha costado 29 años aceptar que soy así con mis cosas buenas y malas. Hoy es el día en el que me apetece conocer a varias personas a la vez, sin ninguna atadura, y siempre con protección. Compartir el placer con más de una persona y sentir como mis genitales disfrutan del sexo.
Es la etapa de decir que sí solamente a los planes que me apetecen y no a los planes que me generan malestar o están bien vistos por la sociedad. No me apetece seguir en trabajos que no me gustan por mucho más. Me apetece buscar la razón real de mi ser, y eso no es recibir toda mi vida ordenes de los demás. Y ser esclavo de una sociedad egoísta.
Me hace decirte de manera directa que quizás tu amistad ya no es lo que era y aprender a dejarte ir porque realmente ya no me aportas las cosas que necesito. Siempre desde el respeto, pero sólido, implacable y feroz.
Nunca he sido así. Pero creo que tocas saltarme los miedos y vivir la vida que me merezco.
Un saludo,
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